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Fútbol

12-06-2025

El adiós al «Tano» Di Bastiano, un pedazo del corazón de Gimnasia

Crónica imperdible de Grabiel "Colo" López sobre Rubén Oscar Di Bastiano, figura de Gimnasia en la década de 1970.

Por Gabriel "Colo" López

Se nos ha muerto como del rayo Rubén Oscar Di Bastiano, al que tanto quería. El “Nene”, el “Tano” de la historia grande de fútbol, profesional de 1970 a 1979, que sudó una vida en Gimnasia y Esgrima, entre los mejores números 3 de su historia. Debutó como profesional siendo amateur, la noche del 19 de diciembre de 1970 en la Semifinal a la que no fueron los titulares por un conflicto con el presidente.

En su cabeza perduró la noticia de aquella semifinal tan importante, que en la época era una oportunidad de lograr el título que se negó en 1933 con «El Expreso» y en 1962 con «El Lobo». Aquella “Barredora de José” del ’70 fue un disgusto de ese pueblo azul y blanco.

“Mientras los hinchas iban para Arroyito por la radio se enteraban que jugábamos los pibes”. Era la Tercera en lugar de la Primera: 1 De Thomas; 2 Gottfrit, 3 Di Bastiano, 4 Agostinelli, 5 Berrios, 6 Pérez, 7 Aguayo, 8 Espinoza, 9 París, 10 Maldonado, 11 Miranda. A las órdenes del árbitro Goicochea, resistieron en cero el primer tiempo (un tiro de París movió el travesaño), y en el segundo Central fue un verdadero canalla, con tres goles en veinticinco minutos (Landucci, Bustos, Poy). Ese día, su padre no paró de sufrir, cámara en mano y adentro del campo, porque era fotógrafo de un diario y de la casa de Gobierno.

Se nos fue Di Bastiano y desde el teclado, distante y frío, la elección de vivir me lleva a poner delante una foto, la última que saqué en una mesa del Club Brandsen, su barrio, donde llegó con Willie Frisón y Juanca Licursi, invitados de honor porque en 1985 instalaron el fútbol mayor en esa entidad barrial. “Mi barrio es la Plaza Brandsen, donde tanto pateamos y entrenamos, y donde conocí a Panchito Varallo, que me aconsejaba cuando yo hacía las inferiores. Al Lobo entré a los 10 años, en décima”.

“Pateaba como una mula” y eso lo sienten con alegría eterna en el Club Atlético Temperley (64 partidos y 13 goles entre 1973 y 1974), camiseta que adora y que con un gol suyo llevó a los del Conurbano tan alto como el cielo celeste aquel 7 de diciembre de 1973. En la última fecha ante Unión, que era local en Junín, metió un cañonazo que, según confesaba, lo hizo llorar cuando vio que el balón se metió y las tribunas de cemento del estadio Eva Perón vibraban: eran campeones de Primera B.

En 1976 volvió al Bosque como quien vuelve a su primer amor… Convirtió ante River en el Monumental, con un chutazo que le venció las manos al arquero, torneo Metropolitano, en esos días que asomaba Diego Maradona en La Paternal.

En 1977 pasó a otras dos instituciones del ascenso, Argentino de Quilmes (en 1978, 15 partidos, un gol) y Arsenal de Sarandí (1979, 12 partidos y dos goles). En el interior fue parte de un grande, Estudiantes de Olavarría.

Cosechó respeto con su estirpe gigante y una caja toráxica con la que se imponía en el cuerpo.

“Tano me puso el abuelo paterno. “Tano, e’ visto per la calle 7…”

siempre habló poco y buscó alegrar cualquier ronda.

Un golpe helado saber que ya no estará tirando esas anécdotas de un futbolero que, aún retirado, defendía con la palabra, difícil de pasar, porque se manejaba con su verdad y nada más.

Y como descendiente de sangre, abordarlo era sentir la pasión, la pasta de los que se embalan en la conversa si hubo un partido o está por venir uno lindo… algún clásico.

Ese taxi que le dio de comer cuando terminó el fútbol, en todos los ’80 lo llevaba a un café 8 casi 48, “Garden”, donde el encargado Ricardo degustaba un cortadito con ellos. También conoció a la barra de ex jugadores en el café «Francés», de 6 y 49, donde con Horacio Ortíz se propusieron dejar los torneos comerciales y elevar la vara en la competencia de la Liga. Pidió un espacio en Asociación Brandsen, colaboró en el ascenso y jugó en 1986 en la primera, con el ex pincha y amigo Néstor Chirdo. Luego, otros tres años en el Club Gutenberg, al tiempo que no faltaba en Capital Chica y sus torneos nocturnos. En 1990 aceptó fichar por For Ever, a raíz de un llamado de su amigo Norberto París (uno de sus compañeros en la Semifinal del Nacional ’70). “Ruben, estoy de técnico en For Ever, venite, jugame en la cueva, de 2, tranquilito”. Lo hizo en reserva, y en una época donde se repartía con el trabajo como entrenador del fútbol amateur de Gimnasia.

“Gimnasia me pagaba para que sacara jugadores”, expresó. Por su personalidad fuerte, hasta no fichó a su hijo Lucas, hoy árbitro de AFA. La prueba se la tomó el papá, sí, y le dijo que no quedaba.

En los últimos meses no cambió la sonrisa por más dolores corporales y especialmente la rodilla, de la que no se quería operar, pero viajó o se presentó en toda invitación de los clubes donde jugó.

Llevó con un lindo orgullo la historia familiar de veintidós jugadores, que junto a una veintena de mujeres (integrantes de la Comisión) han sido protagonistas un caso singular en los años veinte del siglo pasado. Fundaron La Sangre Football Club, con la condición de que solo hermanos y primos directos de apellido Di Bastiano jugaran un torneo independiente de aquel entonces. “En ese grupo estaba mi abuelo Lorenzo Di Bastiano, que fue uno de los promotores de la idea y el arquero. Somos una familia muy grande, eh”, decía.

Los Di Bastiano, originarios de Massa d’Alhe, un pueblito de Italia. El primero que pisó tierra gaucha en 1890 fue Andrés Di Bastiano, empleado en las cuadrillas que pavimentaban la naciente ciudad de las diagonales.

Toda una historia de amor, luchas y sueños logrados, que este 12 de junio de 2025 nos lleva a despedir con tristeza a un amigo, el Di Bastiano que llegó a ser profesional una década, se diplomó de técnico y en la calle fue servicial, bonachón y recto. Fruto de su matrimonio con Gladys nacieron dos hijos, Lucas y Anabella.

En la madrugada de hoy Ruben sufrió un infarto que lo sacó del juego. Sus estos serán velados en la calle 2 entre 41 y 42, de las 16 a las 20 horas.

En cada juego de fútbol y en los recuerdos, se te va a mencionar con un gran honor «Tano», «Nene», querido. Que en paz descanses.


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