Si había interrogantes acerca de si a Gimnasia le iba a afectar más de la cuenta el revés inesperado sufrido el domingo pasado ante River, hoy se confirmó que sí. De alguna manera, el Lobo sintió el golpe y no pudo levantarse en Sarandí.
¿Qué pasó? Que Arsenal, ya descendido, manejó el encuentro y contó con las situaciones más claras de gol. Se sabía de antemano: la de hoy era una final que, de ganarla, Gimnasia prácticamente se aseguraba la permanencia. Pero no: la lucha será hasta el final.
Salvo De Blasis, que siempre clarificó las jugadas y fue preciso con la pelota, el resto no entendió la consigna. Y, esta vez, Madelón falló en los cambios: metió tarde a Benjamín Domínguez y optó por Soldano en vez de Mammini.
Gimnasia casi pierde contra el peor equipo del campeonato. Y del análisis del partido se deprende una conclusión certera: el Lobo consiguió un puntazo. Sí, porque tranquilamente podría haberse vuelto sin nada para La Plata y hoy el asunto sería mucho peor.
Cada unidad suma y vale mucho. Ahora les toca al resto jugar sus partidos de la fecha y, si algunos resultados acompañan, entonces el Lobo afrontará las últimas dos finales del año con más tranquilidad. Lo que sí, hay que mejorar desde lo futbolístico y mentalizarse en que dos partidos te separan del abismo. Será a todo o nada.
