El partido del sábado pasado, en el cual Gimnasia y Esgrima La Plata venció a Boca Juniors en La Bombonera dejó demasiada tela para cortar. En ciertos aspectos, ese rastro involucra a todo el fútbol aunque también la interioridad tripera. Ante el silencio analítico hegemónico es preciso plantear algunos factores que levanten preocupación; es decir, ideas tangibles.
Como señalamos en un artículo previo para Letra G, el Lobo tiene un buen plantel, con jugadores experimentados y de gran manejo, y pibes recién promovidos con virtudes en potencial. La dimensión del planteo táctico fue mejorando partido a partido. La determinación de cada jugador, presionando en todo el terreno, acompañó ese crecimiento.
El tripero lleva cinco partidos sin derrotas. Rodrigo Rey está en un período sin igual. La defensa funciona pese a los cambios de nombres, el mediocampo contiene y el Pulga Rodríguez viene a un gol por partido o, en su defecto, a una gran habilitación. Carbonero es un peligro continuo para todo rival. Pipo Gorosito debe aprender a diseñar con más precisión los cotejos frente a los equipos de menor visibilidad; ya ha demostrado que plantea correctamente cuando afronta compromisos fuertes.
El sábado Gimnasia jugó un primer tiempo ordenado y con tono de contra adelantada. No quiso dejarse encerrar y lo logró. Aprovechó la ocasión y generó dos más, ante la apertura defensiva xeneixe. Cechini resultó clave, entre otros, para que el volumen de juego del medio adversario no evolucionara. Los triperos sabíamos que el segundo tiempo iba a ser tenso, exigiendo una capacidad de aguante y solidez extrema.
Lo que vimos fue otra cosa.
Lo que vimos fue un bombeo inconcluso. Los mejores esfuerzos del jugador número 12 del local, el árbitro Ariel Penel , no lograron desarmar la victoria. Inclinó el terreno a través de faltas que no fueron más que cruces habituales. Tuvo la instrucción de expulsar a Brahian Alemán desde antes del inicio: la primera tarjeta por presunta demora en un saque lateral lo evidenció. Estaba aguardando una jugada confusa y la encontró. La TV lo encubrió.
Expulsó por reclamar lo obvio al técnico gimnasista. Evitó expulsar a Almendra en una infracción clara. Y luego se desesperó junto a los locales por la ausencia de generación de juego e intentó relevarla con tiros libres en el medio campo. Las palabras de Gorosito en la conferencia de prensa resultaron una nítida descripción de lo ocurrido y su protesta, genuina.
Gimnasia mostró una concentración y una garra superlativas. Lo que concretó, con un jugador menos ante 12 rivales en una de las canchas más difíciles del fútbol argentino, fue una hazaña que ratifica la mejoría. Nunca exageramos: los lectores recuerdan nuestros cuestionamientos previos. Lo que es justo, merece ser dicho.
Sin embargo, puertas adentro también se observaron curiosidades. Mientras el pueblo tripero celebraba una –quizás- inesperada victoria, algunos núcleos del mundo albiazul hicieron correr críticas del tipo “jugamos defensivamente”, olvidando el contexto y dejando de lado la pasión que lleva al hincha a alentar los colores más allá de los desacuerdos dirigenciales. Y cometiendo un error de análisis disparatado: como si algún club argentino fuera a enfrentar a Boca de visitante sin tomar recaudos en la zona de contención. ¿Qué estarían diciendo si el querido basurero se hubiera comido una goleada por alardear de ofensivo?
Es decir, hay problemas que tienen otros, y se deben resolver por el bien del fútbol argentino, y hay problemas propios, que necesitamos abordar con buena intención y sinceridad.
Este periodista no recuerda un solo partido en el cual, ante polémicas con una comisión directiva –la que fuere- se desentendiera del destino del equipo y se negara a festejar una victoria. El proceso que vive Gimnasia hoy merece respaldo. El pueblo lo sabe y lo ofrece. ¿Todos lo entienden?
Gabriel Fernández - Director La Señal Medios
