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Fútbol

28-05-2020

CUANDO EL PUEBLO TRIPERO SE ABRAZÓ

Recordamos el ascenso de 2013 con una nota imperdible que Letra G publicó en ese entonces.

René Favaloro agarró el teléfono desde la tercera bandeja y lo llamó a Troglio para decirle con emoción de nacimiento de un hijo, que en este mundo los buenos mueren, “pero vos, Pedrito, bancaste la parada desde abajo”.

Fito Rinaudo se acordó del día del descenso con San Martín de San Juan y volvió de Europa con ansiedad de un pibe en kiosko, se llenó de alegría y se gastó las manos para aplaudir los huevos del mediocampo tripero. El Yagui Fernández recordó el 6 a 0 en la boca y le dijo a Nachito Fernández que con su escasa edad sacó en la temporada la misma valentía que Luli Aued contra Rafaela.

El Estadio de 25 y 32, en un gesto de grandeza, se acercó a abrazar al bosque para felicitarlo y darle la potestad de la felicidad y el sentimiento de cada hincha por festejar en su lugar. “Esta es tu casa, no te olvides. Las luchas perdidas son las que se abandonan”, le gritó con la fuerza que Mussis festejó su gol en Bahía Blanca.

El “Coco” San Esteban lo agarró a Pucho Barsottini y le comentó al oído: “Hijo de puta, mira que yo hice algunos goles, pero no sé cómo haces vos hermano, por favor no te vayas porque te necesitamos”.

El “Topo” Sanguinetti le señaló a Facundo Oreja que él, en los 90, había roto el mito de la garra uruguaya por su calidad temperamental, “pero vos, siendo argentino, la devolviste”. Entre risas, le marcó: “si nos fusionáramos que jugador hubiésemos sido”.

-Pará, pará, dijo Leo Noce que apareció de repente e ironizó: “Te imaginás si me meto en el cuerpo de Monetti, ¿quién nos para?”.

Chirola Romero se sintió parte y entró a la cancha a abrazar a Lucas Licht para decirle que se puso el equipo al hombro. Le agradeció su vuelta al Club como un hincha más.
Mientras tanto, los mellizos junto al Pampa Sosa palmearon la espalda de Facundo Pereyra y alentaron a los que estuvieron en el banco para que la siga luchando.

Facundo Aché formó una ronda de periodistas afuera del vestuario local, dejó su humildad por un momento e infló el pecho. Cerró los ojos y pensó: veinte años yendo a Estancia Chica, me comí goleadas, el descenso, campeonatos que no se dieron, ahora déjenme disfrutar carajo. Vamos a sacarnos la formalidad que nos pide esta tarea y gritemos todos: “A pesar de los años los momentos vividos siempre estaré a tu lado Basurero querido”.

A Madelón se le volvió a caer una lágrima mientras felicitaba a Franco Niell por otra hazaña. A Marito Díaz le chupó un huevo el qué dirán y recorrió la cancha de rodillas. A Alejandro Encinas se le vino el mundo abajo cuando se acordó que no filmó nada y no supo cómo carajo hacer la segunda edición de la película “La Pasión”.

Y ahí quedó Néstor Basile, que desde arriba piensa en conjunto con el arquitecto Díaz como hacer la platea H. Le mandó un abrazo conjunto al pueblo tripero, prendió un pucho con el Facha Martel y comenzó a reír mientras miró a su familia abrazada.

¿Qué pensaron las filiales? Se reunieron en el Bosquecito y recordaron historias de pasión. Retomaron esa vez que tardaron más de dos días en volver de Jujuy luego de una goleada en contra, se acordaron de las veces que llegaron en el entretiempo por la maldita policía y empezaron a tachar las provincias recorridas en este tiempo.

El Indio Solari, en un acto histórico e inolvidable, armó en dos minutos un tema para el joven tripero que nadó en plena inundación para ir a entrenar. Con nostalgia de abuelo, pensó las veces que la azul y blanca atravesó sus recitales: “Me voy corriendo a ver que escribe en mi pared la hinchada del Lobo”, cantó.

Los empleados del Club de todas las disciplinas cantaron dale Lobo hasta que se acabara la última gota de vino. El poeta Eduardo Berisa creó otra obra entre llantos de alegría. El Loco Fierro le dijo a la Rusa que no abandone jamás el paravalancha. Alicia Casamiquela le dio día libre a las Las Lobas para que vayan a 7 y 50. Los hinchas anónimos se organizaron y sacaron una gran foto con los trapos históricos que dieron cuenta de las batallas recorridas. Otros aprovecharon para bañar en azul y blanco, otra vez, los barrios de la ciudad. Mientras tanto, en el cielo y en la tierra, nuestros abuelos y abuelas se volvieron a emocionar como en el 84.

Fue el día en el que el pueblo tripero se abrazó y lloró. Todos juntos salieron en eterna caravana por avenida 44 hacia Estancia Chica. Los esperaba Timoteo, mientras daba vuelta la carne para comer el asado del ascenso y gritar, hasta el desgaste, “Ginasiá, ginasiá, ginasiá, ginasiá…”.


Santiago Giorello

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