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Fútbol

15-03-2017

El tiempo de Alemán

El fútbol es, entre tantas otras cosas, una disputa por el tiempo. Esa batalla particular y trascendente, este domingo la ganó Brahian Alemán, y gracias a él, todo Gimnasia. OPINIÓN

El fútbol es, entre tantas otras cosas, una disputa por el tiempo. Esa batalla particular y trascendente, este domingo la ganó Brahian Alemán, y gracias a él, todo Gimnasia. La ganó incluso contra la conspiración de muchos de sus compañeros. La aceleración de Carrera, Ibáñez, Faravelli –su juego empeora cuando se le exige más compromiso con la marca-, la desesperación de estos por ganar metros en el campo, por avanzar, aunque sea hacia la nada, hacia la intrascendencia, solo pudo ser compensada con una pausa. Y el uruguayo la consiguió. Por eso fue el mejor del equipo y le cambió la cara al planteo de Alfaro. Le dio conducción, le resolvió el traslado mejorando la transición entre líneas –casi no se recurrió al popular “pelotazo”-.

Otro que aportó al maquillaje de este Gimnasia 2017 fue Rinaudo. Y ojo, Fito también es un velocista desaforado, pero lo justifica su empuje. Su energía es la del corazón del equipo, cuanta más intensidad le da al juego más reacción tienen sus laderos del mediocampo. En este primer partido y luego de 10 meses de ausencia, Fito dejó en claro porqué es trascendental e irremplazable. El gol, hermoso. Su capacidad de recuperación y su cobertura, admirables.

En defensa Coronel es el fantasma que sobrevuela sobre el inconsciente tripero, es más lo que juega en la fantasía del hincha que lo que lo hace en cancha. Más allá de su ausencia opresiva, Gorga y Guanini sellaron una buena actuación. Oreja siempre aporta entrega y por ahora resulta suficiente. Licht descansó, se sacó el traje de armador de juego desde atrás, desde las profundidades. Al uruguayo Alemán le quedó a medida. No le pesó. Habrá que ver cómo reacciona ante esa presión cuando el rival sea más exigente y el resultado adverso. Por ahora, ilusiona su templanza.

El ritmo impuesto por Alemán tuvo su heredero -¿o su mentor?- cuando las piernas le pesaban a él y a todos sus compañeros –el equipo cayó en intensidad física los últimos 25 minutos-. Quien se hizo cargo del manejo fue Lobos. Yo no estaría tan seguro de que Lucas no puede jugar 90 minutos. Quizás no pueda correr todo ese tiempo detrás de la pelota, pero jugar, es decir, asistir, aclarar, encaminar. ¿Cómo no? Se lo ve entero, lúcido, preciso. Con acompañarlo adecuadamente –con jugadores que quiten y lo asistan- y pedirle lo que sabe hacer, alcanza.

Hay que darle minutos de rodaje al equipo. Luego de más de dos meses de parate, el análisis tiene que ser piadoso. Se notó un cambio en la presión –fue mucho más arriba, sobre el rival – y en la intención de protagonismo –la tuvo, la quiso-. Por ahora, Gimnasia juega al tiempo de Alemán, y eso es muy bueno.

Alejandro De Angelis

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