Pese a que jugó un partido aceptable, Gimnasia volvió a perder. Esta vez cayó por la mínima ante Lanús como visitante y se hunde en la tabla de posiciones. El Lobo no tuvo un mal rendimiento pero falló en cada una de las situaciones netas de peligro que generó. En cambio, José Sand facturó en una de las pocas del Granate y sentenció el resultado.
A los 40 minutos de juego José Sand capturó una pelota complicada dentro del área, se acomodó sobre la marca, giró y definió impecable ante Martín Arias. Fue el primer y único gol del partido, en la primera y prácticamente única situación clara de riesgo que generó Lanús esta noche. Antes, el Lobo había desperdiciado oportunidades de las buenas, las más claras en los pies de Ibáñez y Faravelli, cuando Monetti dijo no.
La diferencia de jerarquía individual y de capacidad a la hora de resolver en situaciones límites, terminó inclinando la balanza a favor del Granate. Y Gimnasia, que estuvo muy lejos de tener un mal rendimiento, se quedó con las manos vacías y baja escalones en la tabla de posiciones.
Es que resultaría injusto, esta vez, criticar el planteo de Gustavo Alfaro. Porque el Lobo, que venía de recibir un duro revés por Copa Argentina, sacó pecho en cancha de Lanús (con todo lo que ello implica) y jugó de igual a igual, siendo incluso superior en varios pasajes del encuentro.
Además de la jerarquía, la diferencia estuvo, quizás, en la mentalidad de cada uno: mientras Gimnasia jugó pensando en que se le agota el tiempo para recomponer su imagen antes de fin de año, los de Almirón anduvieron tranquilos, con la certeza de que, en algún momento, iban a contar con la chance de sacar ventaja. Y así fue.
Ni Federico Rasic ni mucho menos Pablo Vegetti fueron lo que Alfaro esperaba en la delantera. Y así, con goleadores sin olfato goleador, se hace muy díficil. Los mejor del Lobo fue el ingreso de Lobos, el despliegue de Perdomo y cierto orden en la zaga.
El segundo tiempo fue un calco del primero: Gimnasia fue, quiso, pero no pudo. Nunca pudo. Ni siquiera con aquel cabezazo limpio de Ibáñez que se estrelló en el palo derecho de Monetti. Ni ésa le salió al Lobo, que además de acusar una preocupante sequía goleadora, no liga ni una a favor.
Quedan dos partidos y la necesidad de ganarlos es imperiosa. Sacar seis de seis es la única opción para terminar el 2016 de una forma algo más decorosa.
