Hace 11 años Gimnasia vencía a su rival y se confirmaba la presencia de una hinchada de Fierro, frente a un grupo de simpatizantes.
Hoy 20 de abril, se cumplen 11 años de aquel clásico histórico, en el que Gimnasia venció a su rival por 4 a 2 y en el que se confirmó definitivamente la presencia de una hinchada de Fierro, frente a un grupo de simpatizantes.
Aquella tarde soleada del año 2003, fue testigo del abandono inobjetable de una parcialidad sin dignidad, avergonzada por una cuestión deportiva, como si fuera necesario obtener triunfos futbolísticos para poder levantar la cabeza cada día.
Ya se presumía, pero aquel día se confirmó. Aquel partido significó mucho más que los puntos que estaban en juego. Aquel 4 a 2 distanció por kilómetros y kilómetros a La 22 de cualquier otra hinchada y dejó marcado a fuego que un Tripero nace, siente, vive y muere por Gimnasia. No necesita de triunfos imponentes, tampoco de comparaciones ni de halagos discursivos de los periodistas de turno.
La hinchada de Gimnasia, por composición social, por historia, por pasión y sentimientos y por dignidad ya no puede compararse con otros.
El Lobo ha vivido las peores situaciones que se pueden vivir en el ámbito deportivo y la integridad de la hinchada en esas circunstancias ha sabido sobrellevar los malos tragos y transformarlos en un motivo más para demostrar que “la adversidad no nos vence, nos retempla”.
Y será por eso que allí mismo, en la piojera, el Lobo supo quedar en la historia por dos situaciones sin precedentes: El Terremoto y el Día del Abandono. Dos marcas que jamás se borrarán y que no hacen más que reafirmar lo que se dijo anteriormente.
Y será por eso también, que ante cada disgusto deportivo la hinchada, espontánea, ha demostrado que no estuvo ni cerca de ser vencida y que en todo caso, los vencidos habían sido los jugadores, que como todos saben, a la larga o a la corta, dejarán los colores para hacer unas monedas.
Así son las cosas. Triperos de los barrios, de las calles. De esos que salen a caminar con la azul y blanca puesta y se van juntando como sin darse cuenta en una esquina y miran alrededor y notan que cada vez son más, que hay por todos lados y que poco a poco se va llenando de camisetas y que no se vuelve nadie, sino que se quedan todos y se miran y tal vez no saben por qué, pero tampoco se lo preguntan, sino que lo sienten. Y se dan cuenta de que esto es parte de la vida, de que esto perdura en el tiempo y se van dando cuenta a su vez de que al final esto no termina nunca, que es así para siempre y que así también lo fue antes y que así lo será eternamente, porque esto no es una moda, sino que esto es pasión. Esa que con orgullo te permite decir: El Lobo no abandona.
