La derrota en Tucumán dejó a Gimnasia sin chances en la Copa de la Liga y caló hondo en el pueblo tripero: el Lobo se puso en ventaja ante uno de los peores equipos del torneo, que hasta ayer no había ganado, y luego no supo encontrar los caminos para mantener el resultado y jugar con la presión del rival.
Tiempo atrás, en este medio advertimos que el equipo necesitaba hallar una estabilidad, ya que le convertían mucho –hoy es la segunda defensa más goleada- y no podía encadenar una serie de resultados positivos: o se ganaba o se perdía. En el actual certamen, Gimnasia nunca consiguió dos triunfos consecutivos, e incluso, cada vez que ganó un partido, el siguiente lo perdió. Eso refleja la falta de regularidad y confianza que reina en el plantel. Y el otro dato que preocupa de cara al futuro es el colchón para la próxima temporada: de los últimos 17 partidos el Lobo sacó 17 unidades, es decir, sólo el 33 % de los puntos en juego.
La discusión sobre si Madelón sigue o no, a esta altura poco importa. Podrá pegar el portazo con Banfield o llegará a rescisión de común acuerdo con la dirigencia. Lo que preocupa y debe ocupar a Mariano Cowen y compañía es el proyecto futbolístico que se tiene de acá en más, porque el slogan de la fábrica impulsado por el vicepresidente Juan Pablo Arrien parece haber quedado lejos si uno mira el último mercado de pases de Gimnasia.
Cuando asumió, allá en el ocaso de 2022, esta Comisión Directiva tenía como proyecto primordial nutrirse del semillero y no caer en lo que muchos equipos hacen: 10 o 12 jugadores por mercado de pases. Ese planteo duró solo un semestre, algo que resultó entendible ya que el club estaba inhibido, pero en los siguientes mercados se sabía que no se podía fallar. La Secretaría Técnica, encabezada por Marcelo Gauna y secundada por Juan M. González Arzac (hermano del secretario general, Oscar González Arzac) había mostrado como innovador un scouting que a la luz de los hechos no dio resultados. Se trajeron jugadores que eran suplentes en otros equipos o que ni siquiera habían acumulado minutos. La lógica griguolista de “pocos, pero buenos” no fue aplicada y arribaron escasos refuerzos –se alcanzan a contar con los dedos de una mano- y muchas incorporaciones que hasta el momento no demostraron aplicar como variantes para el once inicial.
Luego de jugar un desempate por no descender y tras sostener por mero capricho a Chirola Romero (al punto de exponerlo fuerte) se esperaba una reacción de la CD, desde un nuevo cuerpo técnico, la remoción del Departamento de Fútbol o bien el armado de un plantel que potenciara al anterior. Nada de eso sucedió.
Hoy, luego de cuatro meses, Gimnasia cuenta con menos plantel que el año pasado, un cuerpo técnico en la cuerda floja y una Secretaria Técnica que volvió a mostrar incapacidades (ya lo habían hecho en la anterior gestión, con Gabriel Pellegrino) y que no está a la altura de la situación.
Y esto también se extiende por otros deportes de la institución, como el Vóley y el Básquet. El último fin de semana, las Lobas jugaron un triangular por no descender, algo que hubiese sido histórico, ya que el club jamás bajó de categoría en esa disciplina. Al llegar esta CD, el Vóley venía de ser campeón y tenía un equipo competitivo, pero se volvió a optar por la doctrina de shock, con la salida de varias profesionales y exponiendo a las juveniles, lo que derivó en un declive inédito en la disciplina. En el caso del Básquet, la historia es similar: también mantuvo la categoría el último fin de semana, lo que desnuda aún más la impericia en los proyectos deportivos llevados adelante.
Es hora de barajar y dar de nuevo. Y de pensar en cómo consolidar a Gimnasia, con idoneidad, trabajo e inteligencia, siempre a sabiendas de que las viejas recetas de emparchar, seguir y ver qué pasa nunca llevan a buen puerto.
Letra G
