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El Club

20-02-2019

QUE EL ÁRBOL NO TAPE EL BOSQUE

La salida de Pedro Troglio no es más que otra muestra contundente de la hasta ahora mala gestión, en lo que respecta al fútbol profesional, de la Comisión Directiva que encabeza Gabriel Pellegrino. Gimnasia es un equipo carente de proyectos futbolísticos y sumergido en una crisis muy profunda y de precedentes escasos. OPINIÓN

Punto final para el tercer ciclo de Pedro Troglio en Gimnasia. La Comisión Directiva finiquitó un vínculo que se hacía casi insostenible a partir de los resultados. Sin contar la Copa Argentina, el ciclo cosechó 18 puntos sobre 19 partidos jugados, a razón de 5 victorias, 3 empates y 11 derrotas.

Ya en la previa al partido con Defensa y Justicia el clima se centró en las declaraciones efectuadas por el entrenador en la conferencia de prensa del viernes: “Las críticas me chupan un huevo”. Casi sin quererlo, Pedro puso en el escenario un ítem que hace tiempo viene pidiendo pista en Gimnasia: la crítica. Y también, por qué no, la autocrítica.

La crítica, siempre que sea desarrollada con respeto y fundamentos reales, ayuda a crecer, a mejorar, a reforzar aquellas flaquezas o cuestiones puntuales en las que quizás se vislumbran equivocaciones. La campaña del Lobo en la Superliga es mala, tanto desde los resultados como desde el rendimiento colectivo de un equipo al que siempre le costó asumir roles protagónicos. En ese contexto, nunca se debe restarle importancia a la crítica, porque esta vez halló sus fundamentos en la opacidad desplegada en cancha por Gimnasia, repetidamente y con efímeras excepciones, a lo largo de 18 fechas.

Aquel sueño de la Copa Argentina, con rendimientos de alto vuelo, fue mérito de jugadores y cuerpo técnico y no fruto de un objetivo a realizar. Mientras el triperío se entusiasmaba con la posibilidad concreta de gritar campeón, el asunto no corría por los mismos rieles en el torneo local.

La crítica también debe servir en el plano institucional: en Gimnasia se hizo costumbre que toda crítica esconde un objetivo político detrás, y pareciera ser que no resulta posible que todos queramos un club mejor. La dirigencia dio poca importancia a evaluar ideas propuestas desde la oposición, una promesa repetida por cualquier político de paso, y hasta incluso se llegó a descalificar a quienes tenían visiones diferentes en las asambleas. Una vez más, la crítica fue despreciada ante la posibilidad de corregir.

Pellegrino heredó un club con grandes problemas económicos, algo que ningún hincha de Gimnasia puede negar, pero con una necesaria tranquilidad en los promedios. El Concurso Preventivo fue una de las primeras medidas importantes en pos de sanear la economía de un club que estaba con la soga al cuello, incluyendo atrasos en salarios tanto de empleados como del plantel profesional de fútbol. Sin embargo, hasta el momento ni asomaron autocríticas genuinas en relación con la evidente carencia de proyectos futbolísticos serios y largoplacistas.

Con Pellegrino llegó Roberto Depetri como mánager deportivo, una función que en el fútbol argentino todavía cuesta aceptar. Heredó a Gustavo Alfaro, que con poquísimo y nada se las había arreglado para encaminar un rumbo que venía torcido: semifinal de Copa Argentina, buen andar en el campeonato, 45% de efectividad. No fue suficiente. Aquel clásico perdido en cancha de Quilmes, sumado a la eliminación en Copa Sudamericana, marcó la salida de Alfaro, terminándose un ciclo que no era fruto del deseo de esta comisión directiva.

Tras un interinato aceptable de la dupla Martini-Messera, un ignoto Mariano Soso aterrizó en Estancia Chica. Soso llegó con el objetivo de una renovación deportiva, legítima y necesaria, ya que como toda comisión directiva tiene el derecho de elegir un cuerpo técnico que cuadre con sus gustos y proyectos futbolísticos. Proyecto ambicioso y revolucionario. ¿Viable? Sin lugar a dudas, siempre que sea encarado a partir de aquellas exigencias y pedidos que el proyecto requiera. Soso pidió nueve refuerzos, pero solo llegaron tres, y en diciembre, a sabiendas del riesgo que corría la viabilidad de su proyecto, pegó el portazo. Lógico y coherente ante la negativa de refuerzos y mejoramiento de infraestructura.

Y vino Sava. Lo de Sava fue difícil de entender a raíz de sus últimas experiencias negativas como DT, y los malos resultados profundizaron la crisis: después de un buen comienzo, seis derrotas consecutivas lo dejaron fuera de combate. También se dio la salida de Depetri, quien no llegó al final del mandato de esta Comisión ni tampoco pudo reflejar en los resultados su rol determinante.

El Indio Ortíz hizo algo bastante decoroso en esas tres últimas fechas del campeonato anterior y metió en la canasta cinco puntos que hoy valen oro.

Gimnasia necesitaba un salvataje y todas las miradas apuntaron al mismo rescatista: Troglio. Y con notable nobleza, Troglio aceptó el desafío. Lo que vino después es historia fresca y conocida.

Alfaro, Soso, Sava, Troglio. Cuatro técnicos diferentes y con matices, pero unidos en un denominador común: todos fueron víctimas de una dirigencia que todavía sigue sin asentar un proyecto futbolístico viable en el tiempo y que encima convive con problemas actuales y futuros: un club concursado, comprometido en los promedios para este año y el que viene, deuda post concursal que se acrecienta y un horizonte en el que se reflejan complicaciones que parecían pasadas.

Por último, no se puede soslayar la incongruente política ejercida en los mercados de pases recientes, donde salvo en casos excepcionales, Gimnasia le pifió y feo: apostó a desconocidos absolutos, se desprendió de referentes históricos incluso tras utilizarlos como materia prima para campañas de marketing y emparchó, emparchó y emparchó. Pan para hoy y hambre para mañana.

La salida precipitada de Troglio es una equivocación más en la gestión futbolística de esta CD. Pellegrino sabe que el futuro, en el corto y mediano plazo, será complicado en el plano futbolístico en base a la difícil situación de Gimnasia en los promedios. El tiempo se acorta y los números urgen: llegará el momento en el cual el siguiente mercado de pases será demasiado tarde si no se quiere evitar lo que tanto dolor ocasionó en el pasado y lo que tantos triperos parecían haber olvidado.

Renzo Stefanizzi

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